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Día 3. Granada

Nos despertamos más tarde de lo previsto y es que la cama es tan cómoda que se nos han pegado las sábanas. Nos duchamos, recogemos nuestras cosas y devolvemos las llaves de la habitación a la señora, que ya se encuentra en la salita que tienen acondicionada a modo de recepción. Ambos estamos de acuerdo en que volveremos a alojarnos aquí la próxima vez que visitemos Granada, así que nos despedidomos con un ¡hasta otra!

DesayunoenAndaluciaNuestro desayuno

Tras dejar las maletas enel coche vamos a desayunar. Para convertirlo en costumbre, pedimos zumo,café y tostadas de pan con tomate, aceite y jamón. Llenos de energía, visitamos los alrededores de la catedral y nos sentamos a leer la guía en la Plaza de la BibRambla, con el ajetreo de los camareros preparando las terrazas para enfrentar el día.

CatedralGranadaCatedral de Granada

Visitamos la Alcaicería, donde compramos un par de recuerdos y, tras pasear las preciosas calles del casco histórico, cruzamos la laza Nueva y nos dejamos conducir hacia la Carrera del Darro.

AlcaiceriaAlcaicería

Por una de las empinadas cuestas subimos de nuevo al Albaycín, donde ponemos a prueba nuestros cuádriceps y nos fundimos entre el ambiente hippie y los perros y gatos que, interesados, se nos acercan. Subimos hasta la iglesia de San Nicolás y admiramos las vistas a la Alhambra y Sierra Nevada desde su mirador.

cuestasAlbaycinLas cuestas en el Albaycin

Seguimos paseando por el barrio, leyendo las sugerentes y filosóficas pintadas que inundan algún que otro rincón, subiendo y bajando calles mientars perdemos la noción del tiempo, hasta que se acerca la hora de comer y bajamos por la Puerta de Elvira hasta la Gran Vía. Entre el silencio de la hora del almuerzo dominical y saltando de sombra en sombra en un mediodía especialmente caluroso, llegamos a la plaza Romanilla, donde nos dejamos caer en una terraza para comer y ver la vida pasar. Delante de un refrescante plato de gazpacho nos lamentamos ante el inminente final de nuestra aventura.

PlazaRomanillaPlaza Romanilla

Tras la comida comenzamos a sentir esa amarga sensación de estar contando con minutos prestados,  y sintiendonos fuera de la escena de la ciudad, ya como meros espectadores, dejamos atrás Granada y regresamos a casa con unas ganas inmesas de volver a pisar tierras andaluzas.

Día 2. De Córdoba a Granada

Nos despertamos antes de que suene el despertador, con la satisfacción de haber descansado lo suficiente para continuar nuestra aventura.

Tras una larga ducha salimos a desayunar. El calor empieza a apretar, así que elegimos un bar cercano con un patio cubierto que nos protege del exterior. Pedimos unos cafés y unos zumos de naranjas junto con unas tostadas de jamón, tomate y aceite. Tras el festín salimos a la busca y captura de la calleja de las flores, un lugar precioso al que habríamos sacado más partido de no ser por la aglomeración de gente que nos encontramos.

CallejadelasFlores
Calleja de las Flores

Con ganas de dejar alguna excusa para regresar a Córdoba y de conocer la Alhambra, hacemos el check out y nos montamos en el coche. Cruzamos un puerto de montaña y atravesamos varios pueblos de la sierra malagueña hasta llegar a Granada, donde nos plantamos sin tener mucha idea  de a dónde dirigirnos. Aparcamos el coche en el centro y tratamos de buscar alojamiento.

Probamos suerte en una hospedería, pero resulta estar completa. Sin embargo, el dueño nos recomienda una pensión «algo antigüilla» pero con muchas habitaciones. Se encuentra en la calle de atrás, así que nos dirigimos allí a ver lo que se cuece. Nos recibe un matrimonio bastante mayor, que nos ofrece una habitación doble por 25€.  Nos invitan a verla y, como tiene baño propio y está en buenas condiciones para pasar una noche, decidimos quedarnos. Pagamos a la señora y salimos a comer.

Después de unos minutos de sobremesa decidimos ir subiendo a la Alhambra, pues tenemos reservadas las entradas a los Palacios Nazaríes a las 17.30 y tememos que no nos de tiempo, pues aún tenemos que averiguar cómo llegar hasta allí. Tomamos el microbus en la Gran Vía, justo detrás de la catedral y, como lo hemos llenado ya en la primera parada, subimos directos hasta la Alhambra. El calor en lo alto es sofocante, pero el embrujo de la Alhambra puede con todo. Iniciamos la visita por los jardines del Generalife y dejamos el palacio para más tarde porque llega la hora de visitar los Palacios Nazaríes. PatiodelosLeones

El patio de los leones, el símbolo más conocido de los Palacios Nazaríes.

El recinto es precioso y la Guía de Anaya Touring explica con mucho detalle cada una de las estancias. Cada patio es un oasis de tranquilidad, la cantidad ingente de visitantes y el calor desaparecen entre unas estructuras perfectas, que crean sombras y corrientes de aire que acarician con delicadeza nuestra piel. El murmullo de la gente se disipa, tal vez cuestión de acústica, más probablemente por el enmudecimiento de los visitantes ante tanto arte. DiarioGranada3

DiarioGranada2Cada patio es un remanso de paz

Al salir de los Palacios Nazaríes recorremos el resto de la Alhambra y nos damos un largo y empinado paseo hasta el Sacromonte, donde las casas construidas en cuevas excavadas en la montaña parecen invitarnos a entrar y refugiarnos del calor. De fondo, el sonido de la celebración de una boda, música y taconeos procedentes  de los tablaos flamencos y el silencio de la brisa.

BarSacromonteBar en una cueva del Sacromonte

A lo lejos, la Alhambra va tiñiendose de rojo, al son de unos rayos de sol que, enfurecidos, tratan de zafarse del final del día. Con ellos, el calor empieza a convertirse en un fresco que eriza nuestra piel.

Alhambradia

Continuamos subiendo por la ladera y llegamos a un rellano donde unos amigos mininos duermen y pasean por lo alto de un murete blanco, ajenos al espectáculo de luces que tienen a sus espaldas. Afortunados gatos,personajes principales de un acto con el decorado más maravilloso que uno pueda imaginar. La obra bien podría llamarse «Los gatos de la mil y una noches».

GatoAlhambraTras descansar los pies y con un sol que, resigando, ha desaparecido, comenzamos el descenso, dejando, cada vez más alta,  una bellísima Alhambra completamente iluminada.

Alhambradenoche

Enfrentándonos a las leyes de la gravedad llegamos al Albaycin. Cansados paramos a cenar unas tapas en la carrera del Darro y posteriormente cruzamos el río hasta una tetería situada justo encima, escuchando como música de ambiente el murmullo del torrente de agua bajando.

TenelDarro

De camino a la pensión hacemos un par de paradas en la calle Elvira,contagiándonos del ambiente festivo de la noche del sábado. Finalmente, el cansancio gana la batalla y, rendidos, nos vamos a la cama tras charlar un rato con los dueños de la pensión.

Dia 1. Córdoba

Tras haber salido ayer de casa y parar a dormir por el camino, despertamos dentro del coche, con las extremidades encogidas y la sensación de haber adoptado una postura imposible. A pesar de ello, quién sabe si con la ilusión del viaje, nos sentimos descansados y, entre caminos de amapolas y olivos, llegamos a Andalucía, donde el sol parece recibirnos con una de sus mejores sonrisas. Decidimos parar en Córdoba. Dejamos el coche junto a la mezquita, cogemos nuestro armamento (mochila, guía de viaje y, sobre todo, gafas de sol) y acudimos a la oficina de turismo más cercana, donde nos hacemos con un plano de la ciudad que nos paramos a ojear. Ya situados y con un objetivo fijo, recorremos las calles, tratando de no ser arrollados por las tintineantes calesas, que a un ritmo acompasado pasan a nuestro lado.

Llegamos a la mezquita y, tras escasos minutos de cola, adquirimos nuestras entradas y alquilamos una audioguía. Dado que el precio de la audioguía se incrementa para usos superiores a dos horas y media, decidimos dejar el paseo por el patio de los naranjos para el final y nos dirigimos al acceso al templo.

PuertadelPerdon
Puerta del Perdón

El interior calma bastante el sofocante calor del exterior. Con una tenue iluminación, necesitamos un instante para acostumbrar nuestras retinas y admirar las rojizas arcadas que tantas veces hemos visto en fotos o en furtivas miradas al interior en ocasiones anteriores, en que por diversos motivos, no habíamos visitado su interior.

ArcosMezquita

Maravillados ante el detalle de las decoraciones, recorremos el interior durante dos horas, tratando de empaparnos de todo y hacernos a la idea del uso actual, como catedral de la ciudad. Tanta mezcla de cultura hace que perdamos la noción de si estamos ante un edificio cristiano o musulmán en función del punto del templo en que nos encontremos.

CapillaMayor
Capilla Mayor de la Mezquita- Catedral de Córdoba

Tras la visita y las fotos entre naranjos, salimos a buscar un lugar para comer. Tras dar varias vueltas optamos por un menú del día que nos permite probar el salmorejo por primera vez en este viaje, sentados en un patio cubierto que nos resguarda del sol y el calor.

Tras la comida y el café con su correspondiente sobremesa para descansar los pies, nos dirigimos a la Sinagoga, no sin  antes recoger un folleto que nos descubre que durante estos días se está celebrando la fiesta de los patios, aparentemente de gran interés y belleza.

Como queremos aprovechar la oportunidad de vivir este festejo, con el que hemos coincidido de manera fortuita y la ciudad nos está atrapando por completo, decidimos buscar alojamiento para esta noche. Así,de camino a la Sinagoga, vamos preguntando en todos los establecimientos que encontramos (y que no tienen colgado el cartel de «completo»). Rendidos, decidimos que después de la visita recorreremos un par de calles más y, si seguimos sin suerte, nos alejaremos unos kilómetros de la ciudad.

ParedSinagoga
Una de las paredes de la Sinagoga

La visita de la Sinagoga, aunque interesante, no da mucho más de sí y salimos enseguida. Paseamos y nos maravillamos ante las obras de artesanía del zoco municipal. Por pura casualidad, llegados a un punto nos detenemos para mirar a ambos lados de la callejuela. En ese momento, Armando me señala un hotel que yo estaba convencida de que habíamos investigado, pero dada su insistencia, me doy cuenta de que estoy tan cansada que ya no soy capaz de discernir qué lugares habíamos recorrido ya. Confiada, me dejo llevar.

El señor que atiende en la recepción nos dice que tiene el hotel completo, pero que puede ofrecernos una habitación con cuarto de baño en un piso junto a la mezquita. Nos sugiere que la veamos, por si nos interesa. El precio: 60€, casi la mitad de lo que nos habían pedido por las pocas habitaciones vacantes que habíamos encontrado. El piso está en un edificio a escasos metros del puente romano. La habitación es sencilla, pero limpia y tiene aire acondicionado, así que no lo dudamos. Nos entregan las llaves y recogen nuestros datos, a la espera de que volvamos al hotel más tarde a realizar el pago. Volvemos al coche para recoger nuestros bártulos para pasar la noche y regresamos a la habitación, donde descansamos unos minutos que nos devuelven las fuerzas.

HabitacionCordoba

De vuelta al hotel para pagar, preguntamos por las visitas a los patios. Nos indican que necesitamos un pase, así que todo nuestro gozo en un pozo, pues parece que a estas alturas son casi imposibles de conseguir. Antes de que pudiéramos siquiera lamentarlos, aparecen dos señoras en la recepción y nos ofrecen los suyos, pues se marchan y ya nos los van a  necesitar. Aún incrédulos por el segundo golpe de suerte en esa misma recepción, les damos las gracias y escuchamos las indicaciones para utilizarlos.

Contentos, nos dirigimos a la zona que cubre el pase que nos han facilitado: Alcázar Viejo. La belleza de los patios de esta zona hace que las largas colas para entrar a visitarlos sean un mero pasatiempo. Maravillados ante tal despliegue de colorido y suntuosidad nos desdibujamos entre el ambiente, festivo y dicharachero de los cordobeses que amenizan las calles aledañas con cantos y bailes.Patios1

Cansados,tras haber recorrido todos los patios visitables, nos dejamos caer en una terraza de la plaza más cercanay pedimos dos cañas con las que aplacar la sed que rasga nuestras gargantas sin piedad.El receso nos recuerda que apenas hemos dormido y decidimos cenar unas tapas, dar un paseo acompañado de un helado por el puente romano y volver a la habitación a  descansar, con una sonrisa imborrable en la cara debido al tercer golpe de suerte de este día y, al que, a su debido tiempo, haré mención. Por el momento, buenas noches…

Cordobadenoche